Este patógeno produce una sintomatología muy determinada. Es un endoparásito, por lo que no se ven estructuras visibles hasta que la infección ha dañado de forma grave al huésped, pero no de forma irreparable". El mildiu es un patógeno que afecta a la parte aérea de la vid, pero lo más característico es un ataque a la hoja, en la que surgen zonas de aspecto amarillento conocidas como 'manchas de aceite', típicas del haz de la hoja. En el envés se observa, si el tiempo es húmedo, el típico 'polvo de azúcar', que corresponde con la reproducción asexual, es decir, con los zoosporangios que salen a través de los estomas.
En esa fase se puede confundir el ataque de P. viticola con el ataque de la Uncinula necator, responsable del oidio, otra enfermedad, mucho más frecuente en la España seca. La diferencia radica en que si raspamos el polvo de azúcar aparecen las manchas de aceite, mientras que con el oidio esto no ocurre. Si el ataque de P. viticola es fuerte, se produce una desecación parcial de la hoja que puede llevar a la caída prematura de las hojas, lo que afecta a la producción. Sin función clorofílica las uvas se pasificarán y descarán sin madurez: no valdrán para nada.
Conforme entra el otoño la mancha de aceite pasa a tonalidades mosaico, de amarillo a marrón. En regiones cercanas a la floración aparece una curvatura en forma de S y el raquis del racimo se oscurece. Si el tiempo es húmedo se recubre de una "pelusilla blanca". Si el ataque acontece en los periodos de floración-cuajado puede producirse la pérdida total del racimo, mientras que si el ataque es más tardío, el ataque sólo afectará a una parte del racimo. Nunca se ve ataque tras el envero del racimo.
En el racimo se manifiesta de varios modos: los granos pierden fuerza y se caen, de forma parecida al ataque de la polilla de racimo (Lobesia botrana). Otro modo es el "asocarramiento" de la punta del racimo: los granos de la punta del racimo, incluyendo la raspa, quedan secos, como quemados, estando todo el racimo completamente sano. Cuanto más desarrollada está la uva, menos vulnerable a esta enfermedad es.
Como la filoxera, la P. viticola nos llegó de América, justamente al llegarnos los portainjertos americanos con los que se luchó contra la filoxera. El mildiu provocó una segunda catástrofe, pero ésta tardó menos que aquélla en solucionarse: en 1885, un científico francés, Alexis Millardet, observó viñedos muy afectados por mildiu e hileras cercanas que no lo estaban. Estas filas estaban empapadas de una sustancia de color azul. El dueño le explicó que, cansado de le robaran las uvas, las había rociado con esa sustancia, que da mal sabor a las uvas. Millardet experimentó con esa sustancia, sulfato de cobre y cal apagada, y demostró que se trataba de un excelente fungicida. Era el caldo bordelés. Algo tan imprescindible que hasta los biodinámicos o los defensores de los 'vinos naturales' lo aceptan...
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