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El magacine de la Vinatería Yáñez
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Nuestra tiendecita La Vinatería Yáñez

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viernes, 27 de junio de 2008

castaño



Ramón Castaño o el impulsor de la Monastrell y de Yecla en el exterior
Ramón Castaño Santa es el patriarca de Bodegas Castaño, la más representativa de la D.O. Yecla, y una de las personas que más ha trabajado por hacer que se reconozcan las bondades de la variedad autóctona de esta denominación murciana: la Monastrell. Su vocación, su ilusión y sus proyectos no se han frustrado. Hoy en día los números avalan el éxito alcanzado por sus vinos, sobre todo en el mercado exterior, donde comercializa más del 85% de su producción.
Los abuelos de Ramón Castaño Santa ya elaboraban vino en la localidad de Yecla. Era el medio de vida de la mayoría de los habitantes de esta localidad murciana en aquel tiempo. El entonces niño pisaba la uva y acompañaba a su abuelo al campo y en todas las tareas de vinificación.
Pasaron los años y Ramón descubrió que su vocación verdadera era la de hacer y vender vino. Comenzó comprando uva para elaborar vino en una bodega que había alquilado a la familia. Pero tenía una ambición mayor y en 1973 compra su propia bodega. Se trataba de un terreno de 15.000 metros con una bodega que ocupaba 500 metros. En la actualidad, las instalaciones de la bodega se extienden por toda esta superficie. A ello hay que sumar la compra de su primer viñedo, Las Gruesas, en 1975.
La década de los 80 va a ser decisiva para el crecimiento de
Bodegas Castaño porque los hijos de Ramón comienzan a participar en su proyecto. El primero fue el primogénito, Ramón, que había estudiado enología y que se convierte en el alma máter de la revolución de los tintos de Yecla. En 1985 comienzan a embotellar. Después fue Juan Pedro, licenciado en Empresariales y que se hace cargo de las labores gestoras y administrativas. Por último, Daniel toma las riendas de la comercialización en el mercado exterior.
“Para mí fue y es muy importante que mis hijos se hayan implicado como lo han hecho en Bodegas Castaño, razón por la cual mi trabajo tenía y tiene aún más sentido”, afirma orgulloso Ramón Castaño Santa.
Así, con intrepidez, plantando uva cuando los demás la arrancaban, embotellando cuando sus vecinos vendían a granel, elaborando un Monastrell con crianza, cuando todo el mundo decía que era descabellado, los Castaño iniciaron en esta década un movimiento decidido para poner al día la D.O. Yecla y situarla en las guías de muchos de los expertos internacionales y nacionales.
“En aquella época costaba mucho vender nuestro vino. Yecla era una denominación desconocida y la Monastrell tenía fama de dar vinos con alta graduación alcohólica, oxidativos y de no valer para la crianza”, explica Ramón Castaño Santa a quien todas estas vicisitudes no hicieron sino fortalecer en su batalla por la calidad y por mostrar sus vinos al mundo. “Hoy se ha dado la vuelta a la tortilla y son los distribuidores e importadores los que vienen a catar gustosos a casa y la
Monastrell se encuentra entre las mejores variedades, a la altura de la Cabernet Sauvignon, la Syrah o la Merlot, juega en primera división y puede dar la sorpresa y ganar la liga”, afirma con serenidad y con orgullo este hombre del vino.
Todo este trabajo resumido intensamente en los párrafos anteriores, este aparente andar a contracorriente que el tiempo ha revelado como camino adecuado, venía respaldado por un terruño fabuloso. Bodegas Castaño cuenta en Yecla con tres fincas que suman más de 400 hectáreas de viñedo. ‘Las Gruesas’, su primer viñedo, y ‘Pozuelo’ se encuentran en la zona norte del término municipal de la localidad murciana, en Campo Arriba. Son las dos fincas más grandes, con unas 150 hectáreas cada una. La primera se asienta sobre un terreno calizopedregoso, mientras que la segunda lo hace sobre suelos pardocalizos a una altitud de 700-800 metros. ‘Espinal’ se encuentra en Campo Abajo, en la zona sudeste a 500-600 metros de altura.
Las variedades tintas predominan en la plantación. El 60% corresponde a Monastrell, de edades entre 5 y 45 años. Entre Merlot, Garnacha Tintorera, Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Syrah se reparten algo más del 30%. Por último, las variedades blancas como Macabeo, Chardonnay, Sauvignon Blanc y Airén aglutinan menos de un 10%.

“Me gustan las cepas viejas. Aunque en teoría algunas de nuestras plantas de Monastrell tienen casi 50 años, en la práctica cuentan con más edad porque cuando las compré ya eran viejas, aunque no sabemos a ciencia cierta la edad que tenían, pero no es descabellado decir que tenemos algunas con más de 70 años”, explica Ramón Castaño Santa que tiene especial predilección por mantener la viña vieja y cuidar su salud en beneficio de la calidad de los vinos.
El clima, continental, difiere del resto de la provincia. Las precipitaciones, de 250 a 300 litros al año, son muy escasas y de carácter torrencial, los viñedos tienen una exposición de 3.000 horas de sol al año y las temperaturas mínimas llegan a -10ºC. en invierno y las máximas, a 42ºC. en verano. Estas condiciones benefician el potencial de maduración y concentración fenólica de la variedad Monastrell, que tiene aquí las condiciones idóneas para desarrollar todo su potencial.
Teniendo como origen tan vasto territorio, que sigue creciendo año a año, el catálogo de los vinos de
Bodegas Castaño es también amplio. ‘Dominio Espinal’, es la gama menos cara, dentro de que todos los vinos de esta bodega ofrecen una estupenda relación calidad precio. Se elabora tanto blanco, como tinto y rosado y ninguno lleva crianza. Los tres “responden a la naturalidad que ofrece un vino de Yecla”, instruye Ramón Castaño Santa.
Dentro de la línea más clásica se encuentra ‘Pozuelo’, que ofrece tanto un Crianza como un Reserva. Bajo la marca ‘Castaño’ esta familia elabora media docena de varietales, un blanco Macabeo-Chardonnay, un rosado de Monastrell, y cuatro tintos monovarietales expresión de la Monastrell, la Cabernet Sauvignon, la Merlot y la Syrah de Bodegas Castaño. También bajo esta marca los Castaño comercializan un vino dulce partiendo de una selección de uvas Monastrell sobremaduras procedentes de viñedos viejos de riguroso secano, elaborado al modo de los oportos y el ‘Colección’ con un 80% de Monastrell y el 20% restante de Cabernet y una crianza de cuatro meses.
“Estos vinos se hacen en el campo, en la viña, la uva crece a medida de cada vino. Son vinos a los que no les hace falta mucha crianza porque tienen una belleza original. Son como mujeres hermosas por naturaleza, a las que un maquillaje excesivo no hace sino perjudicarlas”, compara Ramón Castaño Santa para quien estos vinos son todos ellos, cada uno en su variedad, “piezas personales e inéditas”.

No obstante, el patrón de toda esta embarcación, la joya de la corona, es ‘Hécula’, nombre que evoca a la denominación romana para la zona de Yecla. Se trata de un monovarietal de Monastrell goloso, ligero de madera, con una crianza de seis meses que permite que la frutosidad de la uva permanezca. Un vino al que Robert Parker calificó en 2001 como “posiblemente el mayor chollo de vino del mundo”, palabras que selló con 92 puntos en su Wine Advocate. Este testimonio reforzó la actividad exterior de Bodegas Castaño.
Si ‘Hécula’ es la espina dorsal de
Bodegas Castaño, ‘Casa Cisca’ es su alma. Es el vino más particular de todos los que elabora esta familia, tremenda expresión de la Monastrell de viñas viejas de secano de producción limitada de la finca ‘Las Gruesas’. Es concentrado, potente, la sublimación de todas las virtudes de esta variedad.
El carácter inquieto y pionero de los Castaño les ha llevado a extenderse por otras zonas limítrofes, estando detrás de Bodegas Sierra Salina y comprando la finca ‘Casa Mira’. De este terruño proceden vinos como ‘Mira’, ‘Puerto Salinas’, ‘Moo’ y ‘1237’, amparados bajo la D.O. Alicante y que también están adquiriendo notoriedad.
En Jumilla, los Castaño están llevando a cabo otro proyecto, ‘Altos del Cuadrado’, cuya bodega está en construcción.
El dinamismo de Ramón Castaño Santa y de sus descendientes parece no tener fin. Cada año aglutinan más vinos, más proyectos. “Desde otro punto de vista serían más problemas, estrés, agobio, fatiga, pero en nuestro caso son quehaceres porque los enfrentamos con ilusiones renovadas, con cariño, alegría y quizás sea ese el fruto que está naciendo hoy. El disfrute más grande en la vida de cada cual es hacer lo que a cada uno le gusta y yo en ese sentido no me puedo quejar”, finaliza.

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