Eduardo García Montaña: un enólogo austero especialista en tintos de guarda de Castilla y León
Con apenas 30 años, Eduardo García Montaña ya atesora los conocimientos y experiencias necesarios como para haberse ganado una notable reputación en el mundo del vino. No se esperaría menos del hijo de uno de los enólogos míticos de España, un hombre asociado durante 30 vendimias a Vega Sicilia, uno de los vinos más famosos de la Ribera del Duero, Mariano García. Junto con él y con su hermano Alberto se han especializado en tintos de guarda de diversas zonas de Castilla y León. Su aporte personal: una concepción aún más austera que la de su progenitor en la búsqueda de la identidad de cada terruño. Su frase: “menos es más y cuanto menos intervengas, mejor”.
Eduardo lleva la viticultura en las venas y desde el principio tuvo claro que cuanto mejor y más diverso fuera su bagaje, dentro y fuera de España, mejor entendería la viticultura y la enología en el valle del Duero, donde elabora vinos bajo los marchamos de Toro, Ribera del Duero, Bierzo y Vino de la Tierra de Castilla que se exportan a unos 30 países.
Así pues, su formación incluye licenciaturas en viticultura y enología en las escuelas más prestigiosas de Burdeos (Lycée Agricole de Blanquefort and Faculte d’Oenologie) y España (Escuela de la Vid y el Vino de Requena), junto con prácticas de trabajo en bodegas de Burdeos, Borgoña y California como Cos D´Estournel, Vignobles D´Espagne, Chateau Dillon, Hubert Lignier y Ridge Vineyards, entre otras.
En 2001, Eduardo finalizó sus estudios y se implicó de lleno en los proyectos familiares, que incluyen Bodegas Mauro, en Tudela de Duero, donde elaboran Vinos de la Tierra de Castilla, y Maurodos, en San Román, de donde salen vinos adscritos a la D.O.Toro. En estas dos bodegas trabaja codo con codo con su padre. En ese mismo año, junto con su hermano Alberto también comenzó su tarea en Astrales, en la D.O. Ribera del Duero, donde están asociados con la familia Romera de la Cruz, y en Paixar, en la D.O. Bierzo, junto con la familia Luna Berberide. Por último, también en 2001 Eduardo funda, con el cocinero Jesús Ramiro, Ramiro’s Wine Cellar, donde elabora dos marcas a partir de viñas de Toro, Ribera del Duero y Cigales, sin importarle el cartel de vino de mesa.
Todos los vinos que elabora tienen un común denominador: son tintos de guarda elaborados a partir de las principales variedades de cada zona que buscan expresar la identidad singular de cada terruño. En todos ellos Eduardo García imprime su particular forma de entender la viticultura y la enología que se resume en una palabra: sobriedad, que a su vez se traduce en una actitud de prudencia y respeto al terruño. “Soy muy sobrio, hecho que incluso mi padre me critica, pero a mí no me gusta hacer cosas raras, creo en la materia prima y luego en las maderas, es más un tema de estilo, pero opino que si tienes una buena materia prima lo demás sobra, mientras que exista profesionalidad”, explica el enólogo para apostillar que en todos sus vinos opta por “no dar prioridad a la magia o al genio del enólogo sino al producto”.
Con esta filosofía y sin pensar en si ser hijo de quien es le abriría más puertas o le situaría bajo la lupa feroz de los críticos, Eduardo García se lanzó a hacer lo que realmente sabe y le gusta: vino. “Tener a mi padre es una suerte. Es un ‘crack’ profesionalmente y aún es mejor personalmente. Nunca me he planteado las presiones que podría tener por dedicarme a lo mismo que él”, afirma y, a continuación, se lanza a desgranar las cualidades de cada uno de sus vinos.
En la primera bodega de la casa, Mauro, se elaboran tres marcas: ‘Mauro’, ‘Mauro Vendimia Seleccionada’ y ‘Terreus’. “El primero es un clásico, un estilo que mi padre creó y que yo respeto porque si algo funciona, ¿por qué cambiarlo? Es un vino que permanece unos 16 meses en barrica y que es una auténtica expresión de la Tinto Fino o Tempranillo de Tudela de Duero, aunque también lleva un pequeño porcentaje de Syrah”, aclara. Sobre el segundo vino, que cuenta con una crianza en barrica de 33 o 34 meses, afirma que es más complejo y elegante y que se trata de un vino de guarda por antonomasia, mientras que ‘Terreus’, que procede de las tres hectáreas del Pago de Cueva Baja, es el más potente y concentrado.
De Maurodos proceden ‘San Román’ y ‘Prima’. “’San Román’ es un 100% Tinta de Toro de viñas viejas situadas en suelo arenoso con subsuelo arcilloso. Es una concepción potente, pero dentro de la concentración que te da el viñedo de Toro buscamos la frescura”, describe Eduardo este vino que permanece unos dos años en barrica, mientras que sobre ‘Prima’, un vino que desarrolló en 2003 y que pasa un año en barricas usadas, sostiene que “es más fresco y ligero. En él apuesto por maceraciones cortas y vendimia temprana en búsqueda de esa frescura”.
Después, Eduardo aborda los proyectos que comparte con su hermano Alberto. En primer lugar, habla de Bodegas y Viñedos Paixar, una bodega pequeña ubicada en la localidad leonesa de Dragonte, en la D.O. Bierzo, donde investigan el potencial de la uva local, la Mencía. Se trata de viñedos de altura, en ‘paixares’ o tierras elevadas, situados entre 850 y 900 metros sobre el nivel del mar. Las cepas tienen más de 60 años y los suelos son pizarrosos. Esta es la base de ‘Paixar’ el único vino que se elabora en la bodega y que Eduardo describe como “muy concentrado, con mucho tanino y mineralidad en detrimento de la fruta” y con el que persiguen un objetivo claro: “conseguir ser el vino de guarda referencia en Bierzo”. Un detalle: la barrica en la que envejece ‘Paixar’ durante 16 meses es nueva y apenas se nota que lo sea.
El segundo proyecto de los hermanos García está ubicado en el término burgalés de Anguix, en la Ribera del Duero, en un microclima frío, con suelos calizos pero con un alto porcentaje de arcilla. Allí es donde tiene su origen ‘Astrales’, un monovarietal de Tinto Fino “con menos potencia pero más fresco y elegante”, apostilla Eduardo.
Por último, Eduardo, junto con el cocinero Jesús Ramiro, que desarrolla su actividad a caballo entre Valladolid y Puerto Rico, pusieron en marcha Ramiro’s Wine Cellar. Los frutos de esta alianza son ‘Ramiro’s’ y ‘Cóndita’, ambos elaborados con uva comprada a viticultores de Toro, Ribera del Duero y Cigales. “Son vinos más modernos pero igualmente estructurados y con fuerza. ‘Ramiro’s’ está elaborado con uvas de Toro y Ribera del Duero y permanece unos 30 meses en barrica, mientras que la crianza de ‘Cóndita’ es de 14 meses e incorpora también uvas de Cigales, que le aportan un toque de Borgoña, con más frescura y suavidad”, manifiesta.
En resumen, e intentando condensar el espíritu de los vinos que elabora en cada bodega, Eduardo García se refiere a ‘Mauro’ como “el clásico, el democrático, el que gusta a todo el mundo”; a ‘San Román’ como “el reflejo de la potencia, mineralidad y carácter de la Tinta de Toro”; a ‘Paixar’ como “la complejidad y mineralidad de la zona alta del Bierzo”; a ‘Astrales’ como “enseña de la elegancia y el equilibrio”; y a ‘Ramiro’s’ como el “más moderno y goloso pero también con una alta concentración”.
El segundo proyecto de los hermanos García está ubicado en el término burgalés de Anguix, en la Ribera del Duero, en un microclima frío, con suelos calizos pero con un alto porcentaje de arcilla. Allí es donde tiene su origen ‘Astrales’, un monovarietal de Tinto Fino “con menos potencia pero más fresco y elegante”, apostilla Eduardo.
Por último, Eduardo, junto con el cocinero Jesús Ramiro, que desarrolla su actividad a caballo entre Valladolid y Puerto Rico, pusieron en marcha Ramiro’s Wine Cellar. Los frutos de esta alianza son ‘Ramiro’s’ y ‘Cóndita’, ambos elaborados con uva comprada a viticultores de Toro, Ribera del Duero y Cigales. “Son vinos más modernos pero igualmente estructurados y con fuerza. ‘Ramiro’s’ está elaborado con uvas de Toro y Ribera del Duero y permanece unos 30 meses en barrica, mientras que la crianza de ‘Cóndita’ es de 14 meses e incorpora también uvas de Cigales, que le aportan un toque de Borgoña, con más frescura y suavidad”, manifiesta.
En resumen, e intentando condensar el espíritu de los vinos que elabora en cada bodega, Eduardo García se refiere a ‘Mauro’ como “el clásico, el democrático, el que gusta a todo el mundo”; a ‘San Román’ como “el reflejo de la potencia, mineralidad y carácter de la Tinta de Toro”; a ‘Paixar’ como “la complejidad y mineralidad de la zona alta del Bierzo”; a ‘Astrales’ como “enseña de la elegancia y el equilibrio”; y a ‘Ramiro’s’ como el “más moderno y goloso pero también con una alta concentración”.
Pese a los largos periodos de crianza en barrica, a excepción de ‘Prima’ y ‘Cóndita’, Eduardo afirma que en sus vinos la fruta se manifiesta perfectamente. “La tempranillo es una variedad muy reductiva y también pierde fruta en la botella. A veces, utilizando un roble noble, bien manipulado, no pierdes tanta fruta”, aclara este enólogo que se muestra totalmente detractor de los vinos perfectos. “Yo jamás busco la perfección sino la personalidad y el carácter de lo que me da el terreno. Lo que marca que un vino aguante es la añada, la viña, el clon, el suelo y el viticultor”.
Parece ser que esta receta es acertada, ya que casi toda la producción que elabora Eduardo logra venderse cada año, comercializando en el exterior de un 25% a un 40%, dependiendo de cada bodega y tipo de vino. Sus principales mercados de exportación son la Unión Europea, EE.UU. Japón, Puerto Rico, México y Canadá, aunque la lista completa la integran un total de 30 países.
De cara al futuro, Eduardo se inclina por consolidar lo ya alcanzado: “Lo que queremos es estabilizarnos, no tenemos en mente aumentar significativamente la producción. Para mí lo primero es la viña y luego lograr afianzar las marcas nuevas. Eso lo he aprendido de mi padre. No me voy a lanzar a realizar inversiones descabelladas ni a aumentar la producción de una manera relevante por el hecho de que tenemos el vino vendido. Si lo hiciera me convertiría en un esclavo y no podría elaborar los vinos que hago”, sentencia.
Por último, una guinda: este conocedor del comportamiento de los tintos está experimentando con variedades blancas. En concreto, con la Godello del Bierzo. El fin será también un vino de guarda, aunque el enólogo reconoce que está trabajando sin prisa, poco a poco, para poder tener algo concreto de aquí a cinco o diez años. Seguro que calidad, personalidad, la casta y el terruño serán sus señas de identidad.
Parece ser que esta receta es acertada, ya que casi toda la producción que elabora Eduardo logra venderse cada año, comercializando en el exterior de un 25% a un 40%, dependiendo de cada bodega y tipo de vino. Sus principales mercados de exportación son la Unión Europea, EE.UU. Japón, Puerto Rico, México y Canadá, aunque la lista completa la integran un total de 30 países.
De cara al futuro, Eduardo se inclina por consolidar lo ya alcanzado: “Lo que queremos es estabilizarnos, no tenemos en mente aumentar significativamente la producción. Para mí lo primero es la viña y luego lograr afianzar las marcas nuevas. Eso lo he aprendido de mi padre. No me voy a lanzar a realizar inversiones descabelladas ni a aumentar la producción de una manera relevante por el hecho de que tenemos el vino vendido. Si lo hiciera me convertiría en un esclavo y no podría elaborar los vinos que hago”, sentencia.
Por último, una guinda: este conocedor del comportamiento de los tintos está experimentando con variedades blancas. En concreto, con la Godello del Bierzo. El fin será también un vino de guarda, aunque el enólogo reconoce que está trabajando sin prisa, poco a poco, para poder tener algo concreto de aquí a cinco o diez años. Seguro que calidad, personalidad, la casta y el terruño serán sus señas de identidad.
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