El conocimiento del genoma de la vid permitirá influir en claves organolépticas y crear variedades más resistentes
Anne Francoise Adam Blondon presentó los resultados del grupo de investigación que definió una secuencia con 30.434 genes
“El conocimiento del genoma de la vid permitirá a corto plazo determinar cuáles son los genes claves en la composición de azúcares, aromas y ácidos de la uva, o encontrar nuevas variedades que estén mejor adaptadas a las nuevas condiciones climáticas”, ha señalado esta mañana Anne Francoise Adam Blondon, responsable del grupo de investigación franco-italiano que lo ha secuenciado.
Adam Blondon destacó que, con esta secuenciación genética –la cuarta de una planta y la primera con frutos-, “disponemos de una caja de herramientas buena para responder a muchas preguntas que nos planteábamos y para desarrollar una viticultura sostenible”.
Entre esos aspectos prioritarios para la viticultura, la investigadora francesa destacó dos: los efectos que pueda generar el cambio climático y la lucha contra las enfermedades de la vid. En este contexto, se refirió al uso excesivo de los fungicidas como el problema más importante del cultivo de la vid en Francia y señaló que el objetivo, con el horizonte del año 2012, es reducir el actual uso de estos productos en un 50%.
Para ello, señaló, “lo primero es crear nuevas variedades más resistentes, realizar cruces entre cepas y crear híbridos con mejoras cualitativas; también habrá que trabajar en los propios tratamientos fitosanitarios; y hacer nuevos enfoques agronómicos que permitan precisar más respecto a los momentos de aplicación y a una distribución más racional de los mismos”.
La investigación coordinada por Adam Blondon ha permitido concretar una secuencia con 30.434 genes definidos en vid de la variedad Pinod Noir. Esa definición ha sido el resultado de alinear y encadenar 475 millones de bases genéticas obtenidas a partir de hojas jóvenes. A través de los trabajos se ha podido determinar también que la vid tiene buena parte de genes comunes con el álamo (12.996 genes) o con el arroz (9.731).
Respecto a las reticencias que se pudieran originar por el coste que supondría la investigación para la defensa contra la totalidad de enfermedades de la vid, Adam Blondon señaló que “los costes se han reducido considerablemente”. En cuanto a otro tipo de objeciones, concluyó que “ir más allá en el conocimiento no es contrario con el respeto a las tradiciones”.
Anne Francoise Adam Blondon presentó los resultados del grupo de investigación que definió una secuencia con 30.434 genes
“El conocimiento del genoma de la vid permitirá a corto plazo determinar cuáles son los genes claves en la composición de azúcares, aromas y ácidos de la uva, o encontrar nuevas variedades que estén mejor adaptadas a las nuevas condiciones climáticas”, ha señalado esta mañana Anne Francoise Adam Blondon, responsable del grupo de investigación franco-italiano que lo ha secuenciado.
Adam Blondon destacó que, con esta secuenciación genética –la cuarta de una planta y la primera con frutos-, “disponemos de una caja de herramientas buena para responder a muchas preguntas que nos planteábamos y para desarrollar una viticultura sostenible”.
Entre esos aspectos prioritarios para la viticultura, la investigadora francesa destacó dos: los efectos que pueda generar el cambio climático y la lucha contra las enfermedades de la vid. En este contexto, se refirió al uso excesivo de los fungicidas como el problema más importante del cultivo de la vid en Francia y señaló que el objetivo, con el horizonte del año 2012, es reducir el actual uso de estos productos en un 50%.
Para ello, señaló, “lo primero es crear nuevas variedades más resistentes, realizar cruces entre cepas y crear híbridos con mejoras cualitativas; también habrá que trabajar en los propios tratamientos fitosanitarios; y hacer nuevos enfoques agronómicos que permitan precisar más respecto a los momentos de aplicación y a una distribución más racional de los mismos”.
La investigación coordinada por Adam Blondon ha permitido concretar una secuencia con 30.434 genes definidos en vid de la variedad Pinod Noir. Esa definición ha sido el resultado de alinear y encadenar 475 millones de bases genéticas obtenidas a partir de hojas jóvenes. A través de los trabajos se ha podido determinar también que la vid tiene buena parte de genes comunes con el álamo (12.996 genes) o con el arroz (9.731).
Respecto a las reticencias que se pudieran originar por el coste que supondría la investigación para la defensa contra la totalidad de enfermedades de la vid, Adam Blondon señaló que “los costes se han reducido considerablemente”. En cuanto a otro tipo de objeciones, concluyó que “ir más allá en el conocimiento no es contrario con el respeto a las tradiciones”.
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